Narración del segundo acto de La casa de Bernarda Alba
Todo empieza cuando las hermanas están cortando sábanas en una habitación cerrada y un poco oscura. Las hermanas, acompañadas de la criada que también las vigilaba, están estableciendo una conversación bastante interesante. Angustias, que es la más mayor y la que más desea irse de esa casa que parece una cárcel, empieza a decir que está con muchas ganas de abandonar ese sitio y salir de una vez a la calle, entonces Martirio sin ganas de que haya otra discusión, hace que la charla acabe y saca de tema de conversación el tiempo que ha hecho.
Muchas de ellas empiezan a decir que esa misma noche, del calor que hacia se habían tenido que levantar y algunas de ellas a refrescarse al no aguantar la temperatura. Entonces acaba saliendo el tema de Angustias y Pepe el Romano y empieza un gran debate del cual el principal tema es la hora en que Pepe el Romano se había marchado de la reja de la casa. Unas dicen que se marchó a las cuatro y otras a la una y media de la madrugada. Las hermanas interesadas por la relación de Angustias y Pepe le pregunta a ella el cómo le pidió que ella sea su novia, ella muy contenta y entusiasmada les explica que él le dijo que necesitaba a una mujer en su vida y que si le parecía bien que fuera ella. Al oír eso, las hermanas pensaron en que es extraño que dos personas empiezan a ser novios con solo conocerse de unas rejas, Angustias se defiende diciendo que cualquier mujer diría que sí a cualquier hombre y al ella estar con unas ganas tremendas de tener a un hombre a su lado no se lo pensó dos veces. Les empieza a decir que ella no pudo decir ni una palabra porque sentía que el corazón se le salía por la garganta y por ello solo hablaba él. En ese momento Poncia, que se puede decir que es muy suelta y sincera, al ver que las hijas de Bernarda estaban interesadas en el tema de los hombres, les empezó a contar el cómo se lo pidió su marido, y también explico que se les tiene que tener a raya a los hombres y que a los quince días de estar casados dejan la cama por la mesa y después la mesa por la tabernilla. En un instante viene Adela, la cual tiene una discusión con Martirio, pero entonces les llama la criada diciéndoles que Bernarda las llamaba porque había venido el hombre de los encajes. Pero, al salir Martirio mira mal a Adela, y esta le dice a Martirio que qué le pasaba y por qué le miraba así, entonces Adela empieza a decirle a Martirio que está cansada de que la esté mirando todo el día y que incluso la mira dormir. Un segundo después, Martirio se va y la Poncia le dice que es su hermana y que la que más la quiere y que ella hace lo que quiera con su cuerpo, entonces Poncia le dice que ya se ha dado cuenta de que ella está por Pepe pero que se olvide de él, que es de su hermana, y que cuando su hermana fallezca por algún parto, Pepe vendrá a por ella.
Al cabo de un momento, entra Angustias al oír los chillidos y le pide a Poncia lo que le había pedido que le comprara, le dice que se lo ha dejado en su cuarto y Angustias se va. Entran las otras tres hermanas para pedirle lo mismo a Poncia. De repente, se oye a los hombres llegar del trabajo y Poncia dice que hace años vinieron unas mujeres de la calle y que ella misma le dio dinero a su hijo para que fuera a verlas. Las mujeres para divertirse empiezan a cantar lo que oyen afuera con mucho entusiasmo. Después, a la tarde, Angustias entra muy enfadada gritando que dónde estaba el retrato de Pepe, su novio. Bernarda por el escándalo sale al pasillo y pregunta quién de las hermanas lo había cogido, ninguna responde así que le dice a la criada que vaya a registrar por las habitaciones. Cuando llega de rebuscar, Bernarda le pregunta en qué habitación estaba y ella contesta que en la de Martirio. La madre enfadada coge a la hija y le dice que por qué lo había cogido. Martirio le dice que era para hacerle una broma a su hermana, pero no se lo cree. Entonces, madre e hija discuten, pero al final Martirio se va y Poncia le dice a Bernarda que cree que sus hijas deberían salir de casa y que las tiene muy encerradas, que tendrían que conocer a alguien. Bernarda, enfadada, le dice que ella hace lo que quiera con la vida de ella y sus hijas y ahí se acaba la charla. Cuando pasa un rato, mientras Bernarda estaba también con las hijas y Poncia, vuelve a salir el tema de Pepe el Romano, de la hora en que se marcha. Las hijas siguen diciendo que unas lo oyen irse a la una y otras a las cuatro. Al cabo de poco, Bernarda harta de la conversación decide que se acabe esa conversación y todas se callan y Poncia se va. Cuando Poncia regresa explica que fuera hay una mujer que ha tenido un hijo y para que no se sepa lo decide matar y enterrarlo, pero unos perros lo encuentran y deciden la gente del pueblo matarla y cuenta que le están dando con palos. Bernarda dice que la maten y las otras hijas intentan mirar que pasa pero una de las hijas, como ella también está desobedeciendo pide que porfavor no la maten, que no se lo merece. Entonces todas entran y vuelven a sus cosas.