#miSinsombrero
Mi sinsombrero resulta ser mi abuela Maria Santacruz González. Ella nació el 20 de noviembre del año 1936. Ella nació y se crió en el centro de Tarragona, más concretamente en la parte alta, donde fue criada en un ambiente humilde. Desgraciadamente, ella no llegó a conocer nunca a sus padres, ya que los dos murieron a causa de la guerra, y creció junto a su abuelo apodado “Avi Nilleti” su único familiar. No disponían de una gran capacidad adquisitiva, la cual cosa conllevó que mi abuela tuviese que ponerse a trabajar desde muy jovencita, a la edad de catorce años, en servicios sociales, comúnmente llamado Sección Femenina. Fraternizó con muchas compañeras de trabajo. Más adelante, hacia los dieciséis años, empezó a trabajar en la tabacalera de Tarragona, donde ejerció la profesión durante cuatro años. En ese periodo conoció a un joven de su misma edad, del que se enamoró perdidamente, incluso tenían pensado casarse, pero él era un muchacho de la alta sociedad y mi abuela era una joven huérfana que no tenia ni para comer. Ella, a pesar de provenir de una familia humilde, era una mujer muy coqueta y guapa y trabajadora, pero los padres de él preferían emparejarlo con una mujer de su misma clase social, por eso tuvieron que romper y mi abuela se quedó soltera. Al tener siempre pocos recursos, ella siempre tuvo que buscar maneras de improvisar cosas que le faltasen como, por ejemplo, la cocina. Mi abuela fue y es una cocinera excelente y empezó a cocinar como forma de desahogarse y sentirse libre. Cuando cumplió los diecinueve, conoció a mi abuelo, un pescador de Cambrils que con su labia y planta la sedujo en las fiestas populares. Poco más tarde, se casaron y tuvieron dos hijos, mi tío Ramon, y a mi madre Rosa Maria. Aprovechando las habilidades adquiridas por los años de mi abuela en la cocina y el carisma de mi abuelo, montaron un restaurante en la playa, el cual tuvo tanto éxito, hasta el punto de que llegaron a tener cuatro establecimientos en diferentes zonas de la ciudad. De ella puedo extraer un mensaje muy positivo, ya que con trabajo duro y valentía se puede llegar muy lejos. Ella no era una mujer de muchos estudios, pero a pesar de ello siempre fue una mujer culta, ya que intentaba leer todos los libros posibles. Era una mujer que amaba las lenguas y aprendió el francés por puro amor al aprendizaje.