#miSinsombrero

Las mujeres llamadas “Las Sinsombrero” fueron conocidas por su espíritu luchador ante las dificultades de sus vidas, por su fuerza de no rendirse. Pero esta fama, también debería ser reconocida a otras muchas mujeres, las cuáles también han luchado mucho. Todos tenemos en nuestras vidas, o conocemos, a mujeres fuertes y valientes, que pueden ser llamas también “Sinsombrero”, aunque anónimas. Y para mí, una gran Sinsombrero es mi abuela Margarita.

Ella nació en 1929, en un pueblecito de Zaragoza llamado Épila. Desde recién nacida se tuvo que separar de sus padres y sus hermanos, ya que ya eran muchos en casa y no tenían dinero para mantener a más gente. La llevaron a vivir a casa de unos familiares lejanos, por la cual cosa tuvo que esforzarse siempre por encajar con ellos. Era muy trabajadora, debía ayudar en todas las tareas de casa a la vez que iba a la escuela, y se mantenía fuerte esperando a que llegaran los pocos días en que sus padres la iban a visitar.

Siempre ha sido muy servicial, quiere que todos los que están a su alrededor se sientan a gusto. La hiperactividad y la perfección también son cualidades suyas importantes, no descansa ni un momento y quiere que todo le salga perfecto. Aprendió a cocinar desde muy pequeña, y desde entonces siempre le ha gustado preparar para todos sus seres queridos, la comida hecha con más amor que he probado nunca.

Se casó muy joven con mi abuelo, al cual ha ayudado y mantenido siempre. Tuvieron siete hijos, y ha criado a todos con mucha paciencia y amor, lo que me demuestra aún más su complicidad y fortaleza.

Nunca se rindió en las adversidades, y aunque ha habido veces que ha padecido problemas, tanto familiares como de salud, siempre ha sabido salir adelante y luchar por lo que más ama, su familia.

Por eso, para mí, la mayor Sinsombrero es ella, la mujer más increíble que conozco, mi ídolo, y mi ejemplo a seguir.