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El mito de don Juan

Ya en el siglo XIX, el personaje del seductor continuó provocando el interés de destacados autores, com Ramón María del Valle-Inclán, quien en las Sonatas recuperó el personaje en la creación de su protagonista, el marqués de Bradomín, para el que la seducción amorosa es un ejercicio de sublimación exquisita.

El mito ha sido tratado igualmente en la música: Strauss, Chopin...; pero la versión musical más conocida es, sin duda, la ópera de Mozart, Don Giovanni, con libreto de Lorenzo Daponte.

Don Juan, el burlador que engaña a las mujeres y es castigado por ello con la muerte, es uno de los personajes literarios que han logrado mayor proyección universal, hasta alcanzar la dimensión de mito.

Existen centenares de versiones de diferentes países y épocas. La primera configuración del tipo de seductor irreductible se debe al español Tirso de Molina, quien, en la obra teatral El burlador de Sevilla y convidado de piedra (1616), ya fijó el nombre y los rasgos principales del personaje: un individuo cuya principal motivación vital es la conquista y posterior burla de las mujeres, con una extraordinaria capacidad de seduccióny un constante desafío a las leyes de los hombres y de Dios, y que acaba castigado.

Casi cincuenta años después de la obra de Tirso de Molina, Molière retoma el personaje y lo adapta al ambiente cortesano francés, dotándolo quizá de un mayor cinismo y un irreverente escepticismo sobre el más allá. La versión de Molière fue, a su vez, fuente de numerosas versiones posteriores, que aportaron interpretaciones y matices muy diversos al personaje.

Autora: Susana Velasco, alumna de primero de bachillerato. INS La Mar de la Frau, Cambrils. Curso 2015-2016

Fue durante el Romanticismo cuando el mito alcanzó mayor difusión. Lord Byron, en un poema inconcluso, lo convierte en un ser entregado a los deleites de la vida que entiende la seducción amorosa como un camino en la búsqueda de lo absoluto. De este período es la versión popular en España de José Zorrilla (Don Juan Tenorio, 1844), en la que le personaje se redime a través del amor espiritual y consigue el perdón divino.

También el romántico José de Espronceda ofreció una interesante versión del mito en su poema El estudiante de Salamanca, donde la figura del burlador es encarnado por el joven Félix de Montemar.

ACTO PRIMERO, ESCENA II

 

SGANARELLE: ¡Ah, Dios mío! Conozco a mi don Juan al dedillo y tengo a vuestro corazón por el mayor corretón del mundo; le complace ir de lazo en lazo y no le gusta permanecer quieto.

DON JUAN: Y dime: ¿no te parece que tengo razón en emplearlo así?

SGANARELLE: Yo, señor...

DON JUAN: ¿Qué? Habla.

SGANARELLE: Seguramente tenéis razón, si queréis; no se os puede contradecir. Mas si no lo queréis, sería quizás otro asunto.

DON JUAN: Pues bien: te concedo la libertad de hablar y de decirme tu opinión.

SGANARELLE: En tal caso, señor, os diré francamente que no apruebo en absoluto vuestro método y que encuentro muy mal amar a todos los lados como hacéis.

DON JUAN: ¡Cómo! ¿Quieres que permanezca uno ligado a la primera mujer que nos cautiva; que se renuncie al mundo por ella y que no tenga uno ya ojos para nadie? ¡Linda cosa la de querer jactarse del falso honor de ser fiel, enterrándose para siempre en una pasión y permaneciendo muerto en la juventud a todas las otras beldades que pueden conmover nuestros ojos! No, no; la constancia es sólo buena para los ridículos; todas las beldades tienen derecho a seducirnos, y la ventaja de haber sido la primera no debe quitar a las otras las justas pretensiones que tienen sobre nuestros corazones. Por mi parte, la belleza me extasía allí donde la encuentro, y cedo con facilidad a esa dulce violencia a que nos arrastra. Aunque esté comprometido, el amor que siento por una beldad no obliga a mi alma a cometer una injusticia con Don Juan o el convidado de piedra 4 las otras, conservo mis ojos para ver el mérito de todas, y rindo a cada una los homenajes y tributos a que nos obliga la Naturaleza. Sea lo que fuere, no puedo negar mi corazón a todo cuanto veo de amable, y no bien un bello rostro me lo pide, si tuviera yo diez mil corazones, todos los entregaría. Las nacientes inclinaciones tienen, después de todo, encantos inexplicables, y todo el placer del amor está en el cambio. Se goza una dulzura suma venciendo con cien homenajes el corazón de una belleza juvenil, viendo día tras día los pequeños progresos que uno hace, combatiendo por medio de arrebatos, lágrimas y suspiros el inocente pudor de un alma a la que le cuesta trabajo rendir las armas, forzando poco a poco todas las débiles resistencias que ella nos opone, venciendo los escrúpulos de que se enorgullece y llevándola suavemente allí donde deseamos hacerla llegar. Mas una vez adueñado de ella, no hay nada que decir ni que desear; acaba toda la hermosura de la pasión, y nos adormecemos en la tranquilidad de semejante amor como no venga algún nuevo objeto a despertar nuestros deseos y a ofrecer a nuestro corazón los encantos atrayentes de una conquista a realizar. En fin: nada hay tan dulce como vencer la resistencia de una beldad, y yo tengo, en ese aspecto, la ambición de los conquistadores que vuelan perpetuamente de victoria en victoria sin poder decidirse a limitar sus deseos. Nada hay que pueda detener la impetuosidad de los míos; siento en mí un corazón capaz de amar a toda la tierra, y como Alejandro, desearía yo que hubiese otros mundos para poder extender a ellos mis conquistas amorosas.

SGANARELLE: ¡Cómo os expresáis, por mi vida! Parece que habéis aprendido de memoria y habláis enteramente como un libro.

DON JUAN: ¿Qué tienes que decir a eso?

SGANARELLE: A fe mía, tengo que decir... No sé qué decir, pues dais la vuelta a las cosas de un modo que parecéis tener razón, y, sin embargo, es indudable que no la tenéis. Guardaba yo los más hermosos pensamientos del mundo, y vuestros discursos lo han embrollado todo. Dejadlo; otra vez pondré mis razones por escrito para discutir con vos.

 

Molière, Don Juan

Cuestionario
  1. Dos son las características que diferencian en este fragmento a don Juan y a Sganarelle: su idea del amor y su dominio del lenguaje. Comenta ambos aspectos.

  2. En relación con el lenguaje, ¿puede decirse que Molière tiene en cuenta el decoro poético, por el cual cada personaje se expresa según su condición?

  3. En la larga intervención de don Juan, se aprecia alguna muestra de cinismo. Hazlo notar.

  4. Selecciona una frase de don Juan que sintetice su concepción del amor.

  5. Para algunos estudiosos del Don Juan de Molière, este personaje es la encarnación de un espíritu romántico. ¿Crees que es así? ¿Por qué?

Acto IV, escena III

 

DOÑA INÉS        

  ¿Le habéis dicho...?

DON JUAN         

Que os hallabais

bajo mi amparo segura,

y el aura del campo pura         

libre por fin respirabais.

 

(Vase BRÍGIDA)

 

  Cálmate, pues, vida mía;           

reposa aquí, y un momento        

olvida de tu convento    

la triste cárcel sombría.  

  ¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor,

que en esta apartada orilla         

más pura la luna brilla    

y se respira mejor?         

  Esta aura que vaga llena            

de los sencillos olores    

de las campesinas flores              

que brota esa orilla amena;        

esa agua limpia y serena              

que atraviesa sin temor 

la barca del pescador     

que espera cantando el día,        

¿no es cierto, paloma mía,          

que están respirando amor?       

  Esa armonía que el viento         

recoge entre esos millares          

de floridos olivares,       

que agita con manso aliento,     

ese dulcísimo acento     

con que trina el ruiseñor              

de sus copas morador   

llamando al cercano día,             

¿no es verdad, gacela mía,          

que están respirando amor?       

   Y estas palabras que están      

filtrando insensiblemente            

tu corazón, ya pendiente             

de los labios de don Juan,            

y cuyas ideas van            

inflamando en su interior             

un fuego germinador     

no encendido todavía,   

¿no es verdad, estrella mía,        

que están respirando amor?       

   Y esas dos líquidas perlas          

que se desprenden tranquilas     

de tus radiantes pupilas 

convidándome a beberlas,          

evaporarse a no verlas  

de sí mismas al calor,                    

y ese encendido color    

que en tu semblante no había,   

¿no es verdad, hermosa mía,      

que están respirando amor?       

  ¡Oh! sí, bellísima Inés,  

espejo y luz de mis ojos;

escucharme sin enojos  

como lo haces, amor es;             

mira aquí a tus plantas, pues,     

todo el altivo rigor          

de este corazón traidor 

que rendirse no creía,    

adorando, vida mía,       

la esclavitud de tu amor.

 

José Zorrilla, Don Juan Tenorio

Cuestionario
  1. Analiza la métrica del fragmento.

  2. Aquí don Juan parece haber cambiado su manera de dirigirse a las mujeres. ¿Qué le ha ocurrido?

  3. Indica qué tipo de lugar es el que sirve de marco a los amores de ambos.

  4. Don Juan se dirige a doña Inés  y la llama de diferentes maneras, usando metáforas. Explica por qué las utiliza y qué significan.

  5. En el fragmento aparecen términos contrastados entre los que designan a doña Inés y los que designan a don Juan. ¿Cuáles son y qué relación hay entre ellos?

Argumento de Don Juan Tenorio

 

Estructurada en dos partes, el primero presenta a Don Juan, que gana en Sevilla una apuesta a don Luis Mejía, su rival en burlar mujeres. Por ello, se denuncian mutuamente a la justicia y son detenidos, pero salen al poco tiempo. Don Juan secuestra a su rival y, haciéndose pasar por este, engaña a su esposa doña Ana. Rapta a doña Inés, novicia, y se la lleva a su quinta. Allí llegan don Luis, padre de la joven, y el comendador. Don Juan se ha sentido conmovido por la pureza de la joven y está dispuesto a cambiar su actitud, pero los hombres le escarnecen y los mata. Huye.

En la segunda parte, de tres actos, han pasado cinco años. Don Juan regresa a su casa y ve las tumbas de los muertos por sus manos. Se le aparece la sombra de doña Inés , que le anuncia su pronta muerte. Vuelven dos amigos suyos, con los que se sienta a una mesa, pero se desmayan y reaparece la sombra que le reitera el anuncio funesto. Se va al convite que le ha hecho el comendador y, mientras acude, ve pasar su propio entierro. Finalmente, se arrepiente de sus pecados, poco antes de morir.

Cuestionario
  1. A lo largo de la historia de la literatura, muchos son los autores que han tratado el tema del don Juan. Localiza al menos dos fragmentos de alguna de las obras de Tirso de Molina, José de Espronceda, Lord Byron y Ramón María del Valle-Inclán que traten este tópico y explica el argumento de la obra. Elabora una infografía con los datos recabados.

  2. Localiza un vídeo de alguno de los músicos que han utilizado el tema en sus obras. Resume, igualmente, el argumento. 

Infografías
Autores:  Marta Costa, Aitane Iturrioz y Andrés Montoya, alumnos de primero de bachillerato, INS La Mar de la Frau, Cambrils, curso 2015-2016
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